Nota publicada en revista Polígono Edición n°56
El artículo 41 de la Constitución nacional dice “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo”. Quienes redactaron este artículo pensaron que teníamos la obligación de desarrollarnos, pero cuidando el medio hábitat que nos permite vivir.
Nosotros como profesionales debemos realizar el mejor esfuerzo para que esto ocurra, ese es un objetivo de vida y también de nuestro desarrollo intelectual. Construimos con el menor daño posible al habitat.
Generar energía requiere de un complejo sistema que en su mayor medida se construye con el fin de impulsar una máquina eléctrica para que convierta un trabajo mecánico en energía eléctrica y que la misma se pueda transmitir a diferentes distancias del lugar dónde se ha generado.
El combustible utilizado generalmente en las centrales convencionales, gas, petróleo, carbón, etc tiene como punto de partida un origen biológico que se englobó en formaciones geológicas sufriendo un proceso de mineralización cuya formación y composición se realizó hace miles de años y no es comparable con lo que llamamos “el balance neutro de la biomasa” en las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
Las energías renovables, que utilizan como combustible primario el viento, sol, agua, etc. producen la energía mecánica necesaria para generar y al mismo tiempo no contribuyen al efecto invernadero ya que no liberan a la atmósfera carbono y aún la combustión de biomasa no lo hace ya que es energía solar almacenada a través de la fotosíntesis, proceso por el cual algunos organismos vivos, como las plantas, utilizan la energía solar para convertir los compuestos inorgánicos que asimilan (como el CO2) en compuestos orgánicos y el carbono que se libera forma parte de la atmósfera actual (es el que absorben y liberan continuamente las plantas durante su crecimiento) y no del subsuelo, capturado en épocas remotas, precisamente como el gas o el petróleo.
En el caso particular de la energía eólica, se requiere de un trabajo previo que contempla los siguientes pasos:
Desde la medición del viento hasta los cálculos del proyecto el trabajo debe responder a todas las dudas que se planteen para la realización de la misma.
Nuestra zona presenta características excelentes para la generación eólica, no solo por el recurso eólico lo cual es una condición necesaria observable, sino porque ese viento (no tan intenso como en Comodoro Rivadavia, por ejemplo) presenta características fundamentales como:
a. Preponderancia del nor-noroeste con buena frecuencia
b. Fuera del sentido preponderante: sud-sudeste (viento frio de buena densidad)
c. Intensidad razonable.
d. Poca turbulencia
El conocimiento de los vientos generales no es suficiente para una correcta utilización y ubicación de máquinas accionadas por el viento, por cuanto existen factores que modifican el régimen general y que deben ser conocidos y tomados en cuenta a la hora de realizar un proyecto de este tipo. Por ejemplo, la dirección del viento a nivel del suelo, medida generalmente a algunos metros sobre el mismo, está fuertemente influenciada por la situación topográfica del lugar considerado.
La frecuencia de las direcciones no es siempre una característica general en consonancia con la situación isobárica media como puede ser la posición respectiva media de los anticiclones y de las depresiones en el transcurso de los años; los vientos particulares y locales son la prueba. Se requiere medir localmente viento, presión atmosférica, humedad y temperatura durante un año por lo menos.
Todas las fuentes de energía renovables (excepto la mareomotriz y la geotérmica), incluyendo la energía de los combustibles fósiles, provienen, en último término, del sol.
La Tierra recibe 1,74 x 1014 kW de potencia del sol. Alrededor de un 1 a un 2% de la energía proveniente del sol es convertida en energía eólica. Esto supone una energía alrededor de 50 a 100 veces superior a la convertida en biomasa por todas las plantas de la tierra.
En nuestra zona cercana al mar se produce un fenómeno que puede describirse del siguiente modo: durante el día la tierra se calienta más rápidamente que el mar por efecto del sol (debido al menor calor específico del agua). El aire sube, circula hacia el mar, y crea una depresión a nivel del suelo que atrae el aire frío del mar. Esto es lo que se llama brisa marina. A menudo hay un periodo de calma al anochecer, cuando las temperaturas del suelo y del mar se igualan. Durante la noche los vientos soplan en sentido contrario.
Normalmente durante la noche la brisa terrestre tiene velocidades inferiores, debido a que la diferencia de temperaturas entre la tierra y el mar es más pequeña.
Luego debemos considerar que, dado que la potencia eólica es influenciada por los siguientes parámetros:
• velocidad del viento (influencia sumamente importante),
• densidad del mismo (frio es más denso),
• la temperatura humedad y presión atmosférica.
Es así que, si se ha realizado una correcta parametrización del recurso, sumado al conocimiento de lo equipos que aprovechan el mismo, el proyecto contará con una buena producción de energía, siempre y cuando cumplamos con otros aspectos, ya que aún queda por determinar la potencia del nodo de energía adónde se conectará, la factibilidad de conexión al mismo, el acceso al lugar de asentamiento, el transporte a dicho territorio, un buen cálculo de conexión a la red eléctrica y la obra que ello requiere y la factibilidad de compra acompañada por un buen financiamiento. Los aspectos institucionales serán finalmente importantes para el desarrollo de estos sistemas.
Conclusión: Para realizar un buen trabajo siempre se requiere laboriosidad y dedicación, así como un equipo de trabajo adecuado. Nunca el azar. Pero lógicamente que todos comprendemos que es así en todos los órdenes